Siguiendo con los Mitos de la enfermedad de Alzheimer, abordamos uno muy comprometido.
MITO Nº 3: “Como en casa, en ningún sitio”.
Esta frase se puede aplicar a cenar, dormir, beber, comer e incluso discutir, pero sentimos comunicar que no es aplicable al Alzheimer.
Muchos familiares, al informar a su entorno que se va a proceder a institucionalizar a su familiar, enfermo de Alzheimer, critican la decisión e incluso intentar imponer una falsa creencia con respecto a ella.
La enfermedad de Alzheimer no requiere las 24 horas del día del cuidador principal, como se suele decir, requiere toda la vida del cuidador principal y a veces, con esto no es suficiente. Los cuidados que requiere un enfermo de Alzheimer no pueden ser sólo contabilizados en horas, en días o en situaciones, deben ser contabilizados como lo que son, parte de un todo que a veces los familiares no podemos dar.
Leemos constantemente que los cuidadores deben “dejar ayudarse por…”, pero no contemplamos la institucionalización como parte importante de este proceso. Siempre que el sitio sea el adecuado, que el enfermo de Alzheimer esté en una institución a tiempo parcial o completo no deja de ser un “dejar ayudarnos por…”
¿Os suena este mito? ¿Conocéis a alguien que haya sufrido como familiar la crítica a la institucionalización? ¿Habéis oído la frase que titula este post alguna vez relacionada con un enfermo de Alzheimer?
Esperamos que nos des un Me Gusta y nos dejes un comentario con tu opinión sobre este tema.
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4 Comentarios
Pues te voy a llevar la contraria, como en casa en ningún sitio, ya lo creo que si, y si no que se lo digan a mi madre cómo está en su casa en su ya fase avanzada de demencia… empieza el día levantándose de la cama con "muy buen rollito", colabora en su aseo y disfruta su desayuno, no pasa frío ni calor porque se le deja decidir, se la anima a notarse, a sentirse viva para que se abrigue o no, y caminando que es como las personas se desplazan… y no pasa miedo, angustia, ni indefensión porque es la reina de su casa…Después acude al centro de día unas horas a "dormitar" para que su cuidador descanse…Ya va a hacer diez años que tiene Alzheimer y quizá tu creas que estaría mejor en una institución pero no sabes lo equivocada que estas…Algún día los profesionales entenderemos esta enfermedad y como actuar, pero de momento lo primero es el negocio… Y ya sabes que no hablo por hablar, ni de oidas.. Mi madre en una institución se desplazaría en silla, no hablaría ¿Para qué? mal comería, y se apagaría lentamente frente a un televisor u otro interno…
Hola Raquel!! no es que me lleves la contraria, es que tenemos opiniones diferentes, y eso no es malo. Es verdad que habrá casos en que el enfermo esté mejor en casa que en ningún sitio, como dice el mito, pero habrá otros casos donde no exista la posibilidad de que el enfermo se levante tan a gusto y de tan buen rollo como tu madre, porque para que eso exista, tiene que se posible, y para que sea posible, tiene que existir un cuidador, y hay casos donde el cuidador no puede hacer eso posible, porque o bien no está, o bien no puede, o bien su salud no se lo permite. Sin duda que tu madre tiene mucha suerte de que los que la rodeáis le hagáis la vida tan feliz. El post también va un poco encaminado y dedicado ya no a la fase avanzada del Alzheimer, sino a enfermos que tienen daños adicionales de la enfermedad como pueden ser úlceras avanzadas por presión u otras patologías difíciles de controlar de forma ambulatoria y/o domiciliaria.
Feliz Año Nuevo!!.
Claro que sí, pero los daños adicionales se producen por la inmovilidad o movilidad deficiente, la desesperanza y la confusión, y los profesionales no parece que a día de hoy estén por mejorar la movilidad y la autonomía de los internos, y eso desmoraliza a cualquier ser vivo… En fin, que Feliz Año Nuevo para todos pero sigo pensando que como en casa….!!!
Hay casos y casos. Yo le prometí a mi padre no internarlo, porque siempre manifestó su terror a acabar así. Sin embargo, la situación es tan desbordante, tan desgastante, tan solitaria, y los que te rodean tan incomprensivos y acuciantes, que no hay día que no piense en romper mi promesa, y sé que no estoy en condiciones de hacer todo lo que debería, que no soy un buen cuidador. De momento no lo he internado porque puede más el sentimiento de culpa. Y porque me da miedo lo que pueda pasarle en una institución, con las cosas que se están viendo hoy en día (vejaciones, burlas y maltratos por parte del personal de los centros, que en algunos casos hasta graban la “hazaña” y la suben a la red para reírse). Pero comprendo perfectamente a las personas que cuando la situación se vuelve insostenible tienen que internar a sus enfermos. Porque no todos los casos son iguales, no todos los enfermos son fáciles de llevar, no todos los cuidadores tienen la misma paciencia y capacidad física o psicológica, por más que quieran.