(*) Desde siempre ha existido, en términos generales, gran interés en conocer los sueños de las personas . Éstos dependen de cómo es la persona en particular, la situación que esté viviendo, sus preocupaciones, sus ilusiones…etc.
Cuando estamos bien, soñamos, pero también lo hacemos cuando estamos mal (sea física psicológicamente). No soñaremos lo mismo si estamos enfermos y rodeados de médicos en un hospital que si estamos en nuestra casa, o en un paraje paradisíaco de vacaciones sin preocupaciones o desvelos.
Los sueños son propios de los humanos pero también los animales sueñan. Sueñan los locos, los cuerdos, los altos, los bajos, los felices, los atormentados…
Y los enfermos de Alzheimer… ¿sueñan?
El cerebro de los enfermos de Alzheimer está desconectado de nuestra realidad tal y como la conocemos, pero ellos también sueñan. Estos sueños bien pudieran ser un mecanismo de su conciencia para hacer más amable el trayecto que están recorriendo, en el que se olvidan paulatinamente de lo que han aprendido para “regresar al principio”.
Los sueños más cortos, aquellos que dan más pistas por su conexión con la realidad y los estímulos, se producen en la fase I y II del NMOR (sin movimientos oculares rápidos), lo que corresponde a la fase primera de adormecimiento. En esta fase un ruido exterior puede ser el guionista de nuestro sueño, podemos oír un objeto caer e incorporar este ruido al sueño modificando su significado para que sea “una bomba” en una pesadilla que trate sobre la guerra, por ejemplo. Nuestra mente puede diseñar una historia en centésimas de segundocuyo final sea el ruido que captan nuestros oídos.
En el cerebro de una persona aquejada de Alzheimer, también existen los sueños.
(**) Se han realizado estudios del sueño donde se ha demostrado que existe una prevalencia sueños delirantes, y pesadillas en enfermos que sufren de dolor (no de Alzheimer), dado que este dolor no les permite dormirse de forma profunda y permanecen más tiempo en la fase primera de adormecimiento (fase II NMOR).
Para los enfermos de Alzheimer (en primeras fases) o demencia, los estudios han concluido que estas personas alcanzan fases más profundas del sueño, con componentes emocionales más fuertes. Los pacientes estudiados (a los que se les preguntó qué habían soñado, dado que la fase de la enfermedad en la que se encontraban permitía que tuvieran ese recuerdo) tenían sueños relacionados con sus familiares (actuales y pasados) y vivencias extremadamente reales que se presume, son un mecanismo de defensa para poder descansar la mente del estrés emocional causado por la enfermedad.
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(*) Hay dibujos en tablas de arcilla de hace más de 4.000 años, escritos y tratados babilónicos, sacerdotes e intérpretes de sueños en la cultura egipcia y hasta el mismísimo Hipócrates utilizaba los sueños para diagnosticar enfermedades.
(**) Estudio realizado por la American Journal of Hospice & Palliative Care en 2.014.
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