Es habitual pensar, cuando alguien depende de nosotr@s y debemos cuidarle, que podemos hacerlo mejor. Esto a veces, en días negros, nos lleva incluso a afirmar que lo hacemos mal y que cualquier persona en nuestra situación podría hacerlo mejor.
¿Queréis saber de dónde viene esta idea? De una cosa que llama AUTOEXIGENCIA.
Si el nivel de autoexigencia que tenemos es muy alto, llegará un momento que superar eso sea imposible, con lo cual, la nota con la que nos puntuaremos siempre será mala.
Imaginaros que os tenéis que examinar de alguna materia pero sólo vale que saquéis un 10. Con esta condición, tenéis una sola posibilidad entre diez de pasar el examen, todas las notas que saquéis por encima de 5, corte que normalmente sirve para aprobar, no os van a servir. ¿Qué frustración, no? Haber estudiado, esforzarse, sacar un 7 y aún así suspender.
El nivel de autoexigencia hace lo mismo con nosotros. Si siempre tenemos que sacar un 10, todas las veces que saquemos un 9 no nos van a contar como éxito, sino como fracaso. Vivir fracasando 1oo veces al día según esta escala de autoexigencia que nos hemos impuesto nos hace pensar que somos malos cuidadores cuando no es cierto. Este es el error que cometemos.
Para evitar esto tenéis que construir vuestra propia escala de prioridades. Me explico : no es lo mismo abrocharle a la persona que cuidáis mal la blusa que darle la medicación equivocada, ¿a que no? Será mil veces mejor que le pongáis la blusa del revés, en caso de cometáis algún fallo, y que la medicación se la administréis bien, no? Como en todo no podemos sacar 10, tenemos que tener claro en dónde sí es muy importante sacarlo, y en qué podemos levantar un poco el nivel de autoexigencia y sacar un 8 (ojo que no estoy diciendo que lo hagáis mal ni que no pongáis interés).
Vuestro trabajo como cuidadores no es el tipo de trabajo en el que uno se levanta de la silla cuando llega la hora de salir y se va a casa. Es un trabajo de 24 horas los 7 días de la semana, por eso es importante gestionar la frustración de pensar que no lo hacemos bien para no caer en la tan temida frase y actitud de “todo lo hago mal” que es la escalera de bajada al pozo del desánimo y la frustración.
Probad a escribir en un cuaderno las “asignaturas” de vuestro trabajo de cuidadores en las que tenéis que sacar un 10 y las asignaturas más fáciles (las marías :)) para las que no tenéis que exigiros tanto porque no va la vida ni la salud de nadie en ello.
Por ejemplo, el aseo, la medicación, la alimentación o las citas médicas serían como las matemáticas, las sociales y la lengua durante el curso escolar, asignaturas de las de empollar, de las fuertes. Y lo que os comentaba antes, detalles como abrochar mal o bien una falda o equivocarse con la ropa y ponerle algo que no combine o incluso poner la colada un día más tarde, o no limpiar el polvo, serían asignaturas para las que tenemos que esforzarnos en aprobar, pero en las que no hace falta que saquemos un diez. Nadie va a pasarlo mal porque se nos olvide poner la lavadora ni por ir un día con una falda que no combine del todo con un jersey, o al revés. Que levante la mano quien no ha salido de casa nunca con una etiqueta de una prenda recién estrenada sin quitar 🙂
Escribir esta lista de asignaturas os liberará de la carga del “síndrome de la matricula de honor” como yo lo llamo.
¡Cuando hayáis escrito la lista, si os animáis, me podéis contar en qué tareas habéis decidido no sacar un 10! Déjadme un comentario o pasaros por aquí y contádmelo 🙂